Diferencias

Hay quien confunde al astrónomo, físico y matemático Pierre Simon Laplace con el tipo que realiza los juegos de encontrar las siete diferencias entre dos ilustraciones en las páginas de diversas publicaciones de tirada nacional. La diferencia entre uno y otro es clara: mientras que el primero será recordado por sus aportaciones a la ciencia en campos tan diversos como álgebra, teoría de probabilidades, electromagnetismo o termoquímica, el otro será rememorado por su constante lucha contra el tedio.
Considero que proporcionar los medios para combatir el aburrimiento es una tarea muy loable. Yo, particularmente, intento no caer nunca en las redes del sopor, de manera que dispongo siempre de los recursos adecuados para ello. Sin ir más lejos, siempre que voy conduciendo, procuro llevar siempre un libro en la guantera de mi auto por si la sombra del hastío se cierne sobre mi persona.
Así, recuerdo en particular, un trayecto con destino final en Soria donde devoré con pasión Los hermanos Karamazov. Aunque literatura tan absorbente también tiene sus problemas. Cuando cerré la última página de tan magnífica obra y volví a posar los ojos sobre el volante descubrí un letrero a un lado de la carretera que rezaba bienvenidos a Ourense.
No han sido pocos los percances que me ha proporcionado esta extravagancia, pero como decía cierto exdirigente político amante del vino y la velocidad; déjeme que decida por mi, que en eso consiste la libertad.
El último contratiempo me sucedió hace tan sólo unas pocas semanas. Me hallaba en plena tarea comprensiva sobre como combinar correspondencia gracias a un manual Office 2.000 cuando recibí un brutal e inesperado impacto frontal contra un viejo olmo seco que me dejó secuelas físicas importantes en la zona del rostro.
Tras el rutinario paso por el hospital en donde cada vez que me miraba al espejo trataba de encontrar las similitudes entre mi faz anterior al accidente y la posterior llegé a preguntarme en numerosas ocasiones ¿realmente este tipo vive de esto?