viernes, abril 27, 2007

La invención de la soledad

Un día hay vida. Por ejemplo, un hombre de excelente salud, ni siquiera viejo, sin ninguna enfermedad previa. Todo es como era, como será siempre. Pasa un día y otro, ocupándose sólo de sus asuntos y soñando con la vida que le queda por delante. Y entonces, de repente, aparece la muerte. El hombre deja escapar un pequeño suspiro, se desploma en un sillón y muere. Sucede de una forma tan repentina que no hay lugar para la reflexión; la mente no tiene tiempo de encontrar una palabra de consuelo. No nos queda otra cosa, la irreductible certeza de nuestra mortalidad. Podemos aceptar con resignación la muerte que sobreviene después de una larga enfermedad, e incluso la accidental podemos achacarla al destino; pero cuando un hombre muere sin causa aparente, cuando un hombre muere simplemente porque es un hombre, nos acerca tanto a la frontera invisible entre la vida y la muerte que no sabemos de qué lado nos encontramos. La vida se convierte en muerte, y es como si la muerte hubiese sido dueña de la vida durante toda su existencia.
Muerte sin previo aviso, o sea, la vida que se detiene. Y puede detenerse en cualquier momento.

Paul Auster

sábado, abril 14, 2007

Amor por los seres vivos (estrofas disecadas)

Nace del amor la taxidermia,
¡Amor por los seres vivos!

Noble arte que preserva,
restablece lo inerte,
bella ciencia que conserva
el recuerdo aún caliente.

Anima lo inanimado,
vigoriza lo inactivo,
estimula lo apagado,
y vivifica lo pasivo.

Fina labor que diseca,
disciplina que embalsama,
orden que naturaliza
y que al ser vivo ama.

Reaviva lo marchito,
espabila lo indolente,
restablece lo mustio
y simula lo viviente.

Fibra de vidrio,
yeso de París,
ojos de cristal.

Nace del amor la taxidermia,
¡amor por los seres vivos!

sábado, abril 07, 2007