viernes, junio 30, 2006

Carta del Subcomandante Marcos a Joaquín Sabina (extracto)

18 de Octubre de 1996 (como a las no sé cuántas de la madrugada)
A: Joaquín Sabina Planeta Tierra
De: Subcomandante Insurgente Marcos CCRI-CG del EZLN Montañas del Sureste Mexicano, Chiapas México


Don Sabina:

Yo sé que le parecerá extraño que le escriba, pero resulta que me duele la muela y, según acabo de leer, usted camina ahora por estas tierras que, mientras no acaben por venderlas también, siguen siendo mexicanas. Entonces pensé yo que, aprovechando que me duele la muela y que usted camina ahora bajo estos cielos, pudiera yo escribirle y saludarlo e invitarlo a echarse un “palomazo” con el Sup (a larga distancia, se entiende). ¿Qué dice usted? ¿Cómo? ¿Que qué tiene que ver el dolor de muela con el “palomazo”? Bueno, tiene usted razón, debo explicarle entonces la muy extraña relación entre el dolor de muelas, el que usted camine por estas tierras, la larga distancia y una muchacha. No, no se sorprenda usted de que ahora haya aparecido una muchacha. Siempre aparece una, vos lo sabés Sabina.
Bien, resulta que cuando yo pasaba por esa etapa difícil en que uno descubre en que ya no es más un niño y tampoco alcanza a ser un hombre (esa etapa, vos lo sabés Sabina, en que las féminas se transmutan de molestas a interesantes y hay que ver la de problemas que esto provoca), conocí a un viejo que, sin que se lo pidiera, decidió que tenía que darme un consejo sobre esos seres incomprensibles pero tan amables que eran, y son, las mujeres.
“Mira muchacho —me dijo— la vida de un hombre no es más que la búsqueda de una mujer. Fíjate que digo ‘una mujer’ y no ‘cualquier mujer’. Y por ‘una mujer’, muchacho, me estoy refiriendo a una de “única”. El problema está en que el hombre siempre queda con la duda de si la mujer que encontró, si es que encuentra alguna, es esa ‘una mujer’ que estaba buscando. Yo ya estoy viejo y he descubierto una fórmula infalible para saber si la mujer que uno encontró es la ‘una mujer’ que estaba uno buscando...”
El viejo se detuvo a ver hacia todos lados, como temiendo que alguien más lo escuchara. Yo sentí que algo muy importante estaba a punto de serme revelado, así que puse cara de circunstancia y saqué discretamente un papelito y un lapicero para tomar nota, no fuera a ser que se me olvidara la fórmula (de por sí batallaba mucho con las matemáticas). El viejo carraspeó y, sin poner atención en mi papelito y mi lapicero, me confió:
“Si tú le dices a una mujer que te duele una muela y ella, en lugar de mandarte al dentista o darte un analgésico, te abraza y deja que recuestes la mejilla en sus pechos, entonces, muchacho, esa mujer es la ‘una mujer’ que andabas buscando...”

sábado, junio 24, 2006

El hombre-carraca


Quizás nadie como Luis Buñuel ha sabido retratar de una manera tan cruda las miserias del hombre. Miserias de las que diariamente somos testigos directos y con las que convivimos porque no queda otra remedio, porque el hombre es miserable. Un tipo de hombre miserable que me despierta gran curiosidad y que ha sido apenas estudiado es lo que yo he bautizado como el hombre-carraca. El hombre-carraca es un ente cuya felicidad y euforia va en detrimento de la de los demás; porque la felicidad del hombre-carraca es hacer estrépito con su artefacto, artefacto que produce un sonido desapacible para el oído humano. ¿Qué clase de oído tiene el hombre-carraca? Sólo él lo sabe. El hombre-carraca es capaz de estar horas y horas causando estridencia, porque el hombre-carraca es un mísero incansable ... .


El hombre-carraca acude a un partido
El hombre-carraca anima a su equipo
¡raaaaac, raaaaaaaaaac!

El hombre-carraca concurre a un festejo
El hombre-carraca aviva el jolgorio
¡raaaaac, raaaaaaaaaac!

El hombre-carraca visita un museo
El hombre-carraca alienta a Velázquez
¡raaaac, raaaaaaaaaaac!

El hombre-carraca comparece en un cine
El hombre-carraca jalea al actor
¡raaaac, raaaaaaaaaaac!
¡ssssssssssh!

El hombre-carraca presencia una ópera
El hombre-carraca arenga al tenor
¡raaaac, raaaaaaaaaaac!
¡ssssssssssh!

El hombre-carraca asiste a un velorio
El hombre-carraca espolea al difunto
¡raaaac, raaaaaaaaaaac!
¡ssssssssssh!
¡raaaaaaaaaaac, raaaaaaaaaaac!
¡ssssssh! ¡raaac!
¡PUM!
(...)
(silencio)

viernes, junio 16, 2006

Teoría sobre sus majestades los Reyes Magos (aunque estemos casi en verano)

En primer lugar,¿quién no ha visto una peluquería de las antiguas? Si os habéis fijado están decoradas con rayas diagonales de los colores azul, rojo y blanco. Por otro lado las cartas que se envían a los reyes magos en el sobre tienen idéntica decoración que la mencionada. Luego los reyes magos son los peluqueros.

Pero aún voy más lejos. Teniendo en cuenta que correos utiliza sobres con idéntica decoración en algunas cartas que nada tienen que ver con sus graciosas majestades (correo aéreo), también podría afirmarse que los reyes magos son el honorable servicio de correo y postas.

Voy más lejos (ya voy por Torregorda). Intentando unificar ambos planteamientos deduzco que en principio los reyes magos pertenecían al servicio de correos pero que resentidos por razones que desconozco, abandonarían su noble actividad para dedicarse al negocio más opuesto a correos....peluquerías!!!

Pero aún voy más lejos. Uniendo todo esto que os he expuesto, estoy capacitado para afirmar que si tu padre es peluquero y tu madre trabaja en correos..... LOS REYES SON TUS PADRES.

viernes, junio 09, 2006

Alejandro Finisterre, editor, poeta, inventor del futbolín

Alejandro Finisterre, poeta, republicano y albacea de León Felipe, es el inventor del futbolín. Lo ideó mientras convalecía de heridas de guerra cerca de Montserrat.

--¿Cómo se le ocurrió la idea del futbolín?
--Por culpa de una bomba nazi, de las que lanzaron sobre Madrid. Quedé sepultado entre cascotes, con heridas graves. Me llevaron a Valencia y luego al hospital de la Colonia Puig de Montserrat. La mayoría de los que estaban allí eran mutilados de guerra. Yo había jugado al fútbol --incluso perdí un diente de una patada--, pero me había quedado cojo y envidiaba a los que podían jugar. También me gustaba el tenis de mesa. Así que pensé: "¿Por qué no crear el fútbol de mesa?".

--Se puso manos a la obra.
--Poco antes de la Navidad de 1936 compré en Barcelona unas barras, y un carpintero vasco, Francisco Javier Altuna, también refugiado, me hizo la mesa y torneó las figuritas. El líder de CNT y FAI, Joan Busquets, un anarquista de Monistrol que tenía una fábrica de gaseosas, lo vio y me animó a patentar el invento. Lo patenté a principios de 1937, igual que el primer pasahojas de partituras movido con el pie, que hice para Núria, una pianista guapísima de la que me enamoré locamente en las reuniones sabatinas de la colonia.

--Pero perdió la patente del juego, ¿no es así?
--Tuve que huir a Francia, cruzando a pie los Pirineos. En el macuto sólo llevaba la patente, una lata de sardinas y dos obras de teatro, Helena y Del amor y de la muerte. Llovió a cántaros durante 10 días y los papeles se convirtieron en argamasa.--¡Qué lástima!--Debería rebuscar en los Archivos de Salamanca... En 1948, estando ya en París, me enteré de que un compañero del hospital, Magí Muntaner, del POUM, había patentado el futbolín en Perpinyà. Al parecer, me escribió para comunicármelo, pero la carta se perdió. Murió en el maquis. Mareé a la compañía que los fabricaba y me dieron el suficiente dinero como para ir a Ecuador, donde fundé la revista Ecuador 0°, 0', 0''.

--Compuesto y sin futbolín.
--En la presentación de la revista conocí al embajador de Guatemala, que me animó a fabricarlos en su país. Los hacían manos indígenas con caoba de Santa María, finísima, y les incorporábamos barras periscópicas. ¡Una maravilla!--Le marcó unos goles al Che.--Sí. Una hermana mía se hizo amiga de Hilda Gadea, entonces compañera del Che. Venía todos los días al Centro Republicano Español de Guatemala. Teníamos estilos parecidos. A mí me fue bien con el negocio del futbolín, hasta que el coronel Castillo Armas dio el golpe de Estado y me secuestraron.

--¿Lo secuestraron?
--Yo era amigo del embajador de la República española en Guatemala. Antes del golpe de Estado, temiendo lo peor, él me pidió que llevara la valija diplomática a México. Quedó constancia de ese favor y, cuando Castillo Armas tomó el poder, me secuestraron y me metieron en un avión hacia Madrid. Pero amenacé al piloto con estrellar el aparato, siendo el primer secuestrador aéreo de la historia. Más tarde, en México, me dediqué a editar.

--Debe de ser el mejor jugador del mundo.
--Lo soy si juego con mis futbolines, que combinan la suavidad del boj y el corcho aglomerado de la pelota.

--¿Ha dicho corcho aglomerado?
--Sí. Esas pelotas tan duras no te permiten hacer efectos. El futbolín es un juego que no fomenta el autismo como los videojuegos; sino la amistad, el compañerismo, la coordinación de movimientos entre la mano derecha y la izquierda.

--Un juego completo.
--Lo es. Y me ha aportado unas cuantas alegrías. En Oporto, con motivo del Euro 2004, me acaban de homenajear con una estatuilla y un concierto para bombos y futbolín.

--Y en ese torbellino político-recreativo, ¿podía escribir poesía?
--Yo nunca escribí poesía, sólo versos. Los escribo cuando siento la necesidad. Nada más.

viernes, junio 02, 2006

Contaminación acústica

En estos tiempos que tan frenéticamente corren, no ha de obviarse el fenómeno de la devaluación de algo tan hermoso como la música debido a un mal uso de la misma. Se trata de una devaluación que procede de otra a nivel general de la cultura, relacionada estrechamente o siendo simplemente un efecto más de lo que conocemos como globalización.
Así pues, la globalización de la cultura, ha derivado en un mal uso de la misma, lo que ha provocado que ésta se devalúe.
Es común encontrarse hoy día música en cualquier tipo de recinto sin que el mismo esté para nada relacionado con dicha arte. Así, música propagada a fuerte volumen hace que lugares como tiendas de ropa, estadios de balompié, cines, restaurantes, etc. parezcan más bien discotecas en lugar de ser meramente lugares especializados en alguna actividad u servicio.
La música pues, ha invadido nuestra intimidad y se nos suministra sin haberla solicitado y en muchos casos en grandes dosis y a gran volumen. Es un caso claro de contaminación acústica.
En fin, como decía la canción, demasiado ruido ...