La vida de John Dexter Sullivan, a pesar de estar marcada por el descubrimiento de la cocina-equilibrista (también llamada cocina-funambulista), es la historia de un luchador.
Su lucha comenzaría a la tierna edad de los quince años cuando empezó como aprendiz en una fábrica de calzadores para zapatos, la prestigiosa firma Fish & Shoes, en la que se llevaría trabajando diez años, ascenciendo progresivamente hasta alcanzar el puesto de maestro fabricante de calzadores. A pesar de su rápida escalada en el negocio, no le quedó otro remedio que cambiar de ocupación cuando sobrevino sorpresivamente la llamada crisis de los mocasines, producida a raíz del auge de los zapatos con cordones, que hicieron que los calzadores pasaran a un segundo plano.
John, incansable trabajador, y notablemente decepcionado por su final en el negocio de los calzadores, decidió que debía dedicarse a la actividad más opuesta a su anterior trabajo, así que con los ahorros de sus diez años dedicados al mundo de los utensilios para zapatos, abrió una peluquería unisex en pleno centro de Manhattan.
No se puede decir que no tuviera éxito en su nueva empresa, a pesar de su escasos conocimientos acerca del peinado y corte de pelo, de manera que el sr. Dexter vivió una época dorada en su comercio hasta que nuevamente le cogió de improviso un nuevo revés, ésta vez producido por la conocida como crisis de los sombreros de 1.963, que hizo que la mayoría de los cuidadanos optarán por alargar la perodicidad de sus cortes de pelo y lucir así sus extensos cabellos, en lugar de llevarlos cortos y ocultos bajo el ala de un gorro, en cualquiera de sus múltiples moladidades.
Así que de nuevo, el devenir hizo que nuevamente, el emprendedor John Dexter Sullivan tuviera que empezar de cero. De nuevo, elegió como camino lo más opuesto a su anterior empresa, de manera que partió hacia Bolivia, donde se instaló en la ciudad de Potosí, lugar en el cual a los diez días inauguraría su flamante circo de libélulas.
EL circo de libélulas gozó rápidamente de una gran fama, agolpándose el pueblo en largas colas que duraban todo el día, lo que permitió a John sufragar los enormes gastos que suponía mantener a sus libélulas domesticadas, pues a parte de su alimentación normal, había que suministrarle unas infusiones a base de hoja de coca para evitar el mal de altura. Era tanta la afluencia de público, que incluso a pesar de estos gastos, John se sacaba un buen sueldo para él.
Pero por tercera vez en su vida profesional, los caprichos empresariales se cruzaron en su camino. Ésta vez no se trató de ninguna crisis, sino que una mañana de Octubre de 1.970, irrumpió en la ciudad un extraño viajero con un circo de coleópteros sorprendentemente amaestrados que bailaban el charlestón, llevándose todos los turistas y visitantes de Potosí a contemplar su espectáculo. John, simplemente, no pudo competir con él.
Cansado, decepcionado, y sin ánimo para nuevos proyectos, John Dexter Sullivan optó por refugiarse en un pequeño rincón situado al sur del sur de España. Y se fue para Cádiz. En pocas semanas, fiel a su espíritu de incansable emprendedor, abrió un pequeño restaurante en pleno barrio de la Viña, aunque sin más propósito que distraerse y ver pasar los días. Había abandonado toda esperanza y ambición de trinfar. Poco a poco se fue empapando de la cultura culinaria de la ciudad, aprendiendo a preparar los platos típicos del lugar, sobre todo los de carácter más tradicional, que poco a poco estaban cayendo en el olvido de la población: poléas, panizas, sus buenos potajes... .
Y así fue como por accidente, igual que le ocurriera a Newton con la gravedad, otra mañana, pero de Febrero, tuvo lugar su gran descubrimiento. Se encontraba John preparando unas típicas lentejas con babetas mientras sonaba en la radio Robert Johnson cantando aquello de Woke up this morning with the blues all in my bed. Fue en ese momento, cuando John vertió el potaje de lentejas sobre el plato y vió que éste se mantenía suspendido en el aire. Aún frotándose los ojos, incapaz de encontrar explicación a tan espléndido fenómeno, contempló durante largo rato el plato hasta que por fin dió con la solución. El plato se mantenía apoyado sobre una babeta poco hecha que se encontraba en una perfecta posición vertical. Y así nació la cocina-equilibrista, que habría de cambiar la vida de John Dexter Sullivan de manera definitiva, y así germinó también su primer y quizás más famoso plato, que años después sería conocido con el nombre de lentejas sobre babeta poco hecha... (Continuará)
jueves, agosto 10, 2006
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