viernes, febrero 29, 2008

Soplos de vida

Si hubiera sido escritora, bastaría quizás con tener una papelera a mano, pero como poseía la categoría profesional de sopladora de vidrio, cada vez que incurría en algún error en su tarea, no tenía más remedio que dirigirse hasta un contenedor de color verde para desechar su fallida obra. Y es que está de sobra demostrado, que hay veces en que la amistad con un faquir facilitaría mucho las cosas.
Claro que, conformarse con soplar vidrio cuando lo que se ansía realmente es dominar el mundo, debe saber a poco. Y como todo el mundo bien sabe, la manera más rápida y accesible de tiranizar al resto del orbe es concebir un capaz ejército de marionetas a las que poder controlar con la mente. Geopolítica del guiñol, que lo llaman.

1 comentario:

Vórtice Marxista dijo...

Un problemón el de esta señora, sí,señor. Yo conocí a un tipo que era soplador profesional. Pero sus amigos solo le llamaban "borrracho".