jueves, octubre 26, 2006

Alan Ladd (2ª parte)

Cuando uno piensa en Alan Ladd, lo primero que se le ocurre es -que bajito es este tío, pero detrás de esta afirmación hay una persona y toda una historia de superación personal. Y es que, si bien no medía más de 1'68 con alzas, con el hándicap que esto suponía para triunfar como actor en un universo hollywoodiano repleto de estrellas, consiguió protagonizar algunos filmes de relativa relevancia. Todo esto y muchos más aspectos y matices de su vida, los fui descubriendo en los ratos libres en los que aprovechaba releyendo una y otra vez su biografía, mientras me dirigía camino a mi destino final: California. Y más en concreto, el cementerio de Forest Lawn, en Memorial Park.
Había cambiado, de aspecto, de vida y de sombrero, pero yo seguía siendo un hombre atormentado. Una vez encontré mi objetivo, ante él, lloré desconsolado. Antes de irme, aún con lágrimas en la retina, deposité un buen ramo de crisantemos en aquel regazo de mármol que rezaba:

Alan Ladd

1913-1964
BELOVED HUSBAND AND FATHER

Sue Carol Ladd

IN THIS HEART OF MINE...YOU LIVE ALL THE TIME...


Opté por alquilar una pequeña casa a tan sólo unos 15 minutos de Forest Lawn, y así fue como día tras día el sentido de mi vida fue peregrinar a la lápida de Alan Ladd, a depositar mis crisantemos, pues cada crisantemo que yo dejaba en esa tumba, era en realidad una flor colocada en la tumba de aquel tipo al que le arrebaté la vida...

viernes, octubre 20, 2006

Alan Ladd (1ª Parte)

Hace ya algún tiempo que maté a una persona y acertadamente, pensé entonces que mi vida cambiaría para siempre. Y así fue.
Sobre el crimen, he de decir que fue por una estupidez, me cargué a aquel pobre diablo por una discusión, y lo peor de todo, es que fue por una discusión de lo más absurda. Una disputa sobre la altura exacta en centímetros del actor Alan Ladd. Yo tenía razón y aquel tipo se obcecaba en su error hasta la contumacia más extrema. Así que perdí los nervios.
Luego vino la huída, porque lógicamente tuve que marcharme y dejarlo todo, y más tarde me visitó el arrepentimiento.
Una vez bien lejos, lo primero que hice una vez me hube asentado en cierta localidad fue comprobar que yo estaba en lo cierto, de manera que acudí a una biblioteca de caracter público y consulté una enciclopedia de cine. Entonces vino el horror. Era yo el que estaba en un error y aquel sujeto llevaba razón. Había asesinado a ese hombre por nada, simplemente por rebatirme una cifra equivocada. Y así fue como toqué fondo.
A partir de entonces pasaron meses, tal vez años, en los que me convertí en un muerto en vida. Arrepentido, afligido y consternado, me limité a ver pasar los días como un zombi de George A. Romero, pues yo entonces ya no era una persona. Era un ser atormentado, con el estigma más doloroso imaginable, y deformado física y psíquicamente por las drogas, el alcohol y la industria farmaceútica.
Pero uno de esos repetidos días, en uno de los pocos momentos de semilucidez de los que gozaba, tuve una idea. Más bien una esperanza. Si quería salir de todo aquello, sólo tenía una opción. Debía enfrentarme con la muerte. Tenía que enfrentarme a Alan Ladd.

viernes, octubre 13, 2006

Nomenclatura del vendaval

Para quien no lo sepa, las tormentas cuyos vientos sobrepasan los 17 m/s reciben nombres, para facilitar la identificación de estas en los avisos a la población y en los registros de demandas de seguro. Estos nombres son tomados de listas que varían de región a región y son determinadas con años de anticipación. Los nombres se eligen, dependiendo de la región, por comités de la Organización Meteorológica Mundial o por los servicios meteorológicos nacionales o regionales que hacen los pronósticos. (Información wikipedia)
Resumiendo, los nombres que van a recibir nuestros huracanes son decididos en reuniones de expertos meteorólogos. Estos meteorólogos, son los que deciden si un huracán se llama Katrina o si se llama Fofito, por poner un ejemplo. Personalmente, imagino las reuniones de estos tipos de la siguiente manera:
-A ver, propuesta número uno para huracán del atlántico norte. El nombre propuesto es Marichalar, ¿votos a favor? Dos votos a favor, tres en contra y quince abstenciones. Propuesta denegada. Pasamos a la propuesta números dos...
-Propuesta números dos para huracán del atlántico norte. El nombre propuesto es Doña Bella. Votos a favor... .
El caso es que estos tipos son los que ponen nombres a nuestros huracanes, sin que el pueblo tenga voz ni voto y aunque sufra las consecuencias. Esto hace que me pregunte ¿hasta que punto debemos permitirlo? , ¿Qué será lo próximo?, ¿Elegirán también como han de llamarse nuestros hijos?, ¿Están jugando a ser dioses? Yo creo que sí.

sábado, octubre 07, 2006

La simpatía del perdedor


Los perdedores son unos tipos que caen simpáticos. Quizá es por eso, porque nunca ganan, sus victorias sobre cualquier aspecto de la vida son efímeras. Ganan una batalla pero siempre pierden la guerra. El perdedor se nace, no se hace, y siempre en el momento más importante, cuando todo lo tiene a su favor, siempre falla. Y pierde, claro. El perdedor falla además por su propia naturaleza, su rol de vencido, de derrotado. Es como si de veras quisiera fracasar.
El cine, los libros, la música están llenos de grandes historias de perdedores. Quizás en el cine, El buscavidas haya sido la mejor historia de perdedores jamás contada, y en Tin Cup encontramos tal vez el mejor ejemplo de arruinarlo todo cuando se estaba tan cerca de alcanzar la gloria.
Pero es en los dibujos animados, donde encontramos la mayor cantidad de fracasados. En ellos, las historias suelen estar basadas en un perseguidor y un perseguido, donde huelga decir que el perseguidor seguirá persiguiendo hasta el día en que se muera porque nunca jamás alcanzará a su objetivo. Ejemplos de esto hay bastantes. Los orígenes estarían quizás en Tom y Jerry, y a partir de ahí repetición de la fórmula pero con distintos personajes, a cual más rebuscado: un coyote y un correcaminos, un conejo chistoso y un cazador, un gato y un canario... . Pero en todos encontramos la misma premisa: el perdedor nos cae bien. Y es que es inevitable no sentir afecto por el gato Jinx, por Silvestre, por los hambrientos coyote y Carpanta... .
Pero de todos los tipos que fracasan en la pantalla, siento predilección especial por el oso hormiguero. El oso hormiguero azul, aquel que se pasa la vida persiguiendo a una no tan insignificante hormiga que le da literalmente verdaderos dolores de cabeza. No sé si serán los primeros planos que se centran en su miradas que parecen decir "otra vez igual" mientras estallan carcajadas enlatadas o será la sublime melodía inicial a ritmo de jazz del ínclito Henry Mancini... . O será que es azul.