jueves, mayo 31, 2007

El Duke cumple cien años


Al Duke, todos los caballos le quedaban pequeños. No existían corceles que se ajustaran a sus casi dos metros de altura. Era uno de sus signos de distinción como había otros: el sombrero, el chaleco, la camisa roja y el rifle. Rifle en lugar de revólver. ¿También cuestión de tamaño? Es posible. El epitafio que figura en su lápida reza en castellano: "Feo, fuerte y formal".
Hablar de El Duke, es hacerlo también ineludiblemente de Ben Johnson, Ward Bond, Victor McLaglen, Dean Martin, Robert Michum, Lee Marvin, James Stewart, Maureen O' Hara, Richard Widmark, William Holden, Thomas Mitchell... y tantos otros. Y cómo no, es hablar de los genios Ford, Hawks y Hathaway.
Y de los inolvidables Rooster Cogburn, Sean Thorton, John T. Chance, Cord McNally, Cole Thornton, Tom Doniphon, Davy Crockett, Ethan Edwards, Kirby Yorke, Thomas Dunson, Ringo Kid, John Bernard Books... ¡Ah! y del Monument Valley, como no.

viernes, mayo 25, 2007

And suddenly, a hat appears


En una pequeña localidad, un hombre de edad madura, en pleno ejercicio de sus facultades mentales y físicas, sin motivo o causa aparente, de la noche a la mañana, comienza a utilizar sombrero.
Sus conciudadanos, de manera ineludible comienzan a realizarse preguntas al respecto. Primeramente, cuestiones a título personal en la privacidad de sus mentes. Con el paso del tiempo, dichos interrogantes pasan a formar parte de pequeñas reuniones y tertulias, para en un último escalón, convertirse en asunto de interés público generalizado.
Quizás por temor a afrontar una posible réplica o certidumbre que pudiera originar un estado de evidencia entre los curiosos vecinos, la cuestión en lugar de abordarse de manera directa encuestando al interesado, se convierte en objeto de numerosas teorías y conjeturas.
Algunas de las hipótesis son elaboradas sobre la base de los planteamientos más básicos o simplistas (posible alopecia, cuestiones estéticas) y otras forman parte de lo disparatado o lo increible. Entre estas últimas destaca el supuesto de la testa colonizada -apoyada con vehemencia por un importante número de paisanos-, fruto de la creencia que señala a la prenda como agente invasor y parásito. Al efecto, cierto número de paisanos dispone la creación de un núcleo terrorista a fin de eliminar al invasor, no obteniendo el resultado deseado tras un fallido francotirador intento que culmina con un mera horadación en la parte frontal del parásito.
El debate continuará durante una importante cantidad de anales, hasta alcanzar el portador del parásito una edad provecta, con la consiguiente disminución de facultades, que se consuman con el oprimido ciudadano postrado en lecho y cercano a la expiración.
Es entonces el momento elegido para una voz que se alza sobre el resto de la intrusa ciudadanía, que sin temor a la posibilidad de un instante embarazoso lanza al agonizante la tan ansiada y postergada interrogación. El doliente individuo, sentencia a modo de susurro -Para poder quitármelo-, instante en el que se pliegan sus membranas oculares, adquiriendo su rostro una aliviada presencia.

viernes, mayo 18, 2007

Mono-Naturalismo

El día en que en la helénica región de la isla de Eskrotos, concretamente en el monte Herob, se manifestó ante mí una Arachis hypogaea de un modo tan llameante, supe que algo de extraordinarias proprociones estaba ocurriendo. No era normal que una legumbre en estado flamígero se le apareciera a uno, y menos si se trataba de la planta del cacahuete o maní. Tenía un mensaje. Una revelación.
Así fue como comencé en el arduo mundo de las religiones mistéricas. Gracias a una revelación.
Y es que, apelando a mi sentido común, como haría cualquier ciudadano con dos dedos de frente, supe de inmediato que era lo que debía hacer. Lo supe con una claridad que hasta llegó a asustarme.
Una semana despúes ya había fundado bajo total secretismo la religión de los amanienses. El culto al dios Cacáhuatl; el todopoderoso panchito. El redentor maní.
Los numerosos miembros que integran nuestra tostada creencia fueron sometidos a múltiples pruebas fruto de un riguroso periodo de preparación. Todos hemos cumplido con una serie de reservados y crujientes ritos de carácter iniciático, todo ello bajo un secretismo y exclusivismo feroz, por razones obvias como la incapacidad humana de aceptar aquello que nunca comprenderá.
Nuestros dogmas y principios apenas han trascendido en los medios de comunicación mundiales, haciendose público tan sólo el uso del manisero en nuestras sesiones.
Todo aquel que sienta que su lugar se encuentra entre nosotros, los amanienses, que no espere a que el maní esté manido y se reúna con sus verdaderos hermanos. Estoy seguro que sabrá encontrarnos gracias a su garrapiñado instinto y que llegará un día no muy lejano en el que la humanidad unida en una sola voz, forme una hermosa oración a modo de invocación, que dirigiéndose a la madre tierra exclame: ¡Cáscaras!

viernes, mayo 11, 2007

El Bosco

El diablo hocicudo,
ojipelambrudo,
cornicapricudo
y rabudo,
zorrea,
pajarea,
mosquiconejea,
humea,
ventea,
peditrompetea
por un embudo.

Amar y danzar,
beber y saltar,
cantar y reír,
oler y tocar,
comer, fornicar,
dormir y dormir,
llorar y llorar.

Mandroque, mandroque
diablo palitroque.

¡Pío, pío, pío!
Cabalgo y me río,
me monto en un gallo
y en un puercoespín,
en burro, en caballo,
en camello, en oso,
en rana, en raposo
y en un cornetín.

Verijo, verijo,
diablo garavijo.

¡Amor hortelano,
desnudo, oh verano!
Jardín del Amor.
En un pie el manzano
y en cuatro la flor.
(Y sus amadores,
céfiros y flores
y aves por el ano.)

Virojo, pirojo,
diablo trampantojo.

EL diablo liebre,
tiebre,
notiebre,
sipilipitiebre,
y su comitiva
chiva,
estiva,
sipilipitriva,
cala,
empala,
desala,
traspala,
apuñala
con su lavativa.

Barrigas, narices,
largatos, lombrices,
delfines volantes,
orejas rodantes,
ojos boquiabiertos,
escobas perdidas,
barcas aturdidas,
vómitos, heridas,
muertos.

Predica, predica,
diablo pilindrica.

Saltan escaleras,
corren tapaderas,
revientan calderas.
En los orinales
letales, mortales,
los más infernales
pingajos, zancajos,
tristes espantajos
finales.

Guadaña, guadaña,
diablo telaraña.

EL beleño,
el sueño,
el impuro,
oscuro,
seguro
botín,
el llanto,
el espanto
y el diente
crujiente
sin fin.

Pintor en desvelo:
tu paleta vuela al cielo,
y en un cuerno tu pincel baja al infierno
(R.Alberti, A la pintura 1948)

viernes, mayo 04, 2007

Paternidad


¿Qué tienen en común Dios y maese Gepeto? ¿Que ambos llevan gafas para la vista? ¿Que nunca han pisado el suelo santo de un ikea? No van por ahí los tiros.
Se asemejan en su extraña o inusual manera de poseer descendencia. Su insólita manera de tener un hijo. Insólita manera, derivada sin duda de la consecuencia lógica de la profesión y condición de cada uno de ellos. Me explico. Para Dios, en su condición de ser todopoderoso, el proceso natural de tener un retoño que prolongue su divina estirpe, como ya sabrán es el formado por la anunciación y concepción, esta última a cargo del siempre intrigante Espíritu Santo en su forma física de ave o pichón. Sobre este asunto, cabe recordar las palabras de Santo Tomás de Aquí No en las que explicaba que el poder generador de el Espíritu Santo pasó a través del himen de la Virgen "como un rayo de sol atraviesa un cristal, sin romperlo". Por cierto, María estaba comprometida con un humilde carpintero, un tal José, al que un ángel en sueños le comunicó que no se preocupara, que aunque el hijo no era suyo, éste iba para figura y que se hiciese cargo de él si no era mucho molestar. Y es que José, antes de la mencionada aparición se comentaba que andaba el hombre algo mosqueadillo.
Sin embargo, para el señor maese Gepeto el procedimiento ordinario de engendrar vida es el derivado de su actividad profesional, la carpintería. De manera que se fabricó a su vástago (en este caso, no a su imagen y semejanza) a base de serrucho y lija, al más puro estilo bricomanía, al que infundió vida un hada madrina.
Y ya que hacemos referencia a bricomanía, a dicho programa es justo lo que le falta, concebir un hijo mediante el bricolaje. "Dar vida a la madera" ¿Se imaginan los amantes de la artesanía algo más plagado de romanticismo? Después de haber elaborado estructuras tan complejas como una piscina o una bañera, sería lo ideal como colofón al show, en una hermosa catarsis maderera inimaginable.
Dicho esto y como conclusión, es de recibo mencionar brevemente la tesis expuesta por el profesor Alfred Sankt, teoría en la cual aseveraba que, o bien San José era Gepeto o que éste último era una especie de San José evolucionado. En concreto, y según sus propias palabras Saint Joseph Reloaded. Los puntos básicos en los que apoyaba sus creencias eran los siguientes:

1. En la concordancia en cuanto a la actividad profesional de ambos personajes. Los dos, se dedican en cuerpo y alma a la carpintería.

2. En que San José no se conoce que usara lentes para la vista y en cambio Gepeto sí que las usaba. Este hecho lo interpretaba el profesor Sankt como una evolución del personaje, dada la mayor edad de Gepeto. Es decir, San José a medida que se hace mayor va perdiendo la visión y recurre al uso de unas gafas.

2. En la paternidad compartida. En el caso de San José, la compartía con Dios y en cuanto a Gepeto, es destacable el papel de Pepito Grillo como educador.

3. En la frustración. En este aspecto, Gepeto sería un San José despechado, que ante la imposibilidad de haber dado vida directa a aquél que consideró su propio hijo, ya alejado de toda presión social y como consecuencia del desarrollo de habilidades de su profesión, ve la posibilidad de ésta vez sí, tener su propio hijo sin que haya atisbo de duda, saldando así cuentas con el destino.

4. En la similitud o semejanza del episodio de Jonás y el gran pez con el de Gepeto y la ballena, y entre las enigmáticas figuras de el Espíritu Santo y el Hada Madrina.



¿En qué se parece un cuervo a un escritorio?