lunes, diciembre 21, 2009

Corruptela


Cádiz era una ciudad corrupta. El gran magnate del traje, Freddie Tinoco, controlaba el juego y las apuestas. En las trastiendas de sus locales de confecciones se jugaba a la lotería, dominó y mao mao, éste útimo a quinientos euros el reenganche. Freddie, pez gordo prácticamente intocable, vestía al departamento de policía con sus chaquetas de pana en situación de stock. Aparte, era un secreto a voces la generosa donación de Freddie en la última campaña electoral al partido que ostentaba la alcaldía. Siempre tan sutil, se rumoreaba que en el sobre junto al dinero, había incluida una pequeña tira de velcro.
Su rival, Morty Eutimio recogía las migajas de lo que dejaba Freddie. Enemigos irreconciliables, Morty subsistía con el negocio local de máquinas tragaperras trucadas y en dar "protección" a pequeños comerciantes de la zona. La tregua entre ambos duraba ya varios años, desde el terrible suceso conocido como Corpus sangriento . Además, Morty intentaba prosperar a través del control de los medios de comunicación locales. Su mano derecha, John Luppo, alias "Bizcotela" debido a su marcado estrabismo, actuaba como infiltrado en el consejo de dirección del prestigioso noticiario "Viva Cádiz".
Las mafias chinas controlaban varios sectores desde sus restaurantes, los cuales habían reducido drásticamente la fauna local. Oficialmente se dedicaban a hacer exquisitos rollitos de primavera para dudosos paladares. Extraoficialmente, un poco de todo: extorsión, tráfico de drogas e inmigrantes y prostitución.
En el último escalón estaba el hampa recién llegado de los Cárpatos, cuya principal fuente de ingresos era la mendicidad. Los trasmallos de explotación transportaban a los indigentes hacia la capital (mujeres y niños principalmente) y se apropiaban de la recaudación. Un negocio próspero.
Arriba del todo, en el cimborrio, el Ayuntamiento: Enormes facturas de tinte para el pelo con cargo a gastos corrientes del presupuesto, la ciudad levantada con obras que antes de finalizar volvían a iniciarse, favoritismos, contrataciones realizadas mediante procedimiento dedocrático a precio pactado y sin concurso público de creación de esculturas de dudoso gusto encargadas siempre al mismo autor... .
Nada era lo que parecía. El vendedor de higos chumbos de la calle Brasil, más allá de su olor a enjuage bucal para disimular la ingesta, era en realidad un agente doble a sueldo de la CIA y el FBI, actuando además como confidente de la SGAE y de la policía local delatando a comerciantes ambulantes sin licencia y a vendedores de mercancía de contrabando y productos no autorizados.

1 comentario:

Anónimo dijo...

Así por encima comentaré que "ultimo" lleva tilde en la u, cuando tenga más tiempo revisaré esta entrada concienzudamente.

Un saludo.

El azote.