lunes, diciembre 16, 2013

Cuento de Navidad

Recuerdo con cierto grado de nostalgia la última festividad de Navidad que pasé en Sicilia, donde la instantánea de todos los elementos que componen lo que uno considera ciertamente como un hogar no ha dejado de acompañarme hasta el día presente. Especialmente recuerdo la mesa repleta hasta el extremo de deliciosos platos, el júbilo gozoso de la que fue mi familia de adopción y sobre todo la tradición.

Era la tradición la que decía que para despedir el año debíamos desprendernos de antiguos objetos, con lo que lanzamos al vacío desde el balcón una vajilla, varias sillas y por qué no decirlo, a la abuela Renata cuya fabricación databa de algún siglo anterior al veinte..

No quiero pasar por alto la historia del nacimiento de la abuela Renata a finales de la segunda mitad de un siglo ciertamente anterior al veinte, pues fue esta nueva luz  en el mundo la que dio inspiración a su hijo Cesare muchos años después en el nacimiento de su hijo, quien estaba destinado a llamarse Antonio, pues así estaba establecido previo acuerdo con la que era su esposa, Sofía.

Supongo que uno no podría culpar o dejar de sentir simpatía por Cesare, por celebrar hasta caerse la llegada de Antonio, quien le haría tan feliz y dichoso pero bajo el nombre de Renato, pues no pudo evitar en un momento tan emotivo acordarse de su progenitora, cómo así se lo hizo saber al funcionario del Registro Civil.

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