miércoles, marzo 03, 2010

El tiempo es la medida de todas las cosas

Ahora que el tiempo es un tema que está en boca de todo el mundo, hay quien se pregunta sobre las razones que lo han llevado a triunfar como tema de conversación.
Es cierto que se trata de algo neutro, un hecho que apenas admite debate, y es quizás ahí donde radique su éxito. No es como hablar de política o fútbol, que siempre puede causar molestia entre contertulios que no se conocen lo suficiente. Porque el tiempo no molesta a nadie. Incluso si se diera el caso en que en durante el parloteo se cargaran las tintas sobre los encargados de suministrarnos la información meteorológica no ocurriría nada. No hay quien tenga un primo climatólogo. Es más, nadie conoce a uno. Tengo la certeza de que son criados en los platós de televisión en régimen de cautividad. Son una especie en peligro de extinción. Como los koalas.
Paco Montesdeoca es un koala. Fíjense bien. Se está dejando las uñas cada vez más largas.

2 comentarios:

Vórtice Marxista dijo...

Curiosa reflexión. El problema, querido amigo, es que hablar del tiempo puede (y suele) derivar en temas más trascendetales a la par que más controvertidos. Pongamos por ejemplo la siguiente conversación, por supuesto ficticia (o no) que se desarrola en, pongamos, un ascensor que va desde la planta 112 de uno de esos rascacielos (rascaleches!) inmensos de la Gran Manzana. La charla se produce entre, digamos, el Señor X y el Señor Walter y quedaría tal que así:

Señor X: Parece que va a llover.
Señor Walter (no muy entusiasmado): Eso dicen.
Señor X (visiblemente extrañado): Sí... eso dicen. Concretamente los señores que se encargan de la previsión metereológica.
Señor Walter (con sarcasmo): Sí... esos.
Señor X (con acritud): ¿Qué ha querido decir?
Señor Walter: ¿Perdón?
Señor X: Que qué ha querido decir con eso de 'sí... esos'.
Señor Walter: Oh, nada.
Señor X (al que comienza a latirle peligrosamente la vena de su frente en forma de Y): No, nada de 'oh, nada'. Lo ha dicho con sorna. ¿Acaso tiene algo en contra de los hombres del tiempo?
Señor Walter: No vayamos por ahí porque...
Señor X: ¿Acaso es de los que opinan que no sirven para nada? ¿Eh? ¿Es usted de esos... estrechos de parietales... que piensan que fallan más de lo que aciertan?
Señor Walter (sorprendido y violentado): Mire, yo no he dicho tal cosa. Y, ¿cómo me ha llamado?
Señor X: Le ruego me disculpe, tengo un pronto un poco malo pero... ¿es que no ve la presión a la que se ven sometidos? ¿Acaso es de los que piensan que no tienen ni idea de lo que pronostican, pedazo de cernícalo?
Señor Walter (alzando un puño): Mire... caballero... si vuelve a insultarme le juro que...
Señor X (sacando pecho): No me sea tan bravucón, mequetrefe. Es usted ateo, ¿no es así?
Señor Walter (paralizado por la confusión): ¿De qué diantres está hablando? ¿Que tiene que ver...?
Señor X: Sabrá quién es Julio Marvizón, ¿no?
Señor Walter (balbuceando): Ju li o ¿Marvizón?
Señor X. Sí, señor. Metereólog, y de los buenos. Y uno de los más importantes... ¿qué digo? ¡El más importante investigador de la Sábana Santa!
Señor Walter: Oiga, no tenía ni idea, pero...
Señor X. Nada de peros... seguro que es de la opinión de que la Santa Sábana Santa sólo es un pedazo de tela con una pareidolia, ¿verdad?
Señor Walter: ¿Una qué?
Señor X: No se haga el listillo conmigo, ya me conozco a los de su calaña.
Señor Walter: ¡Ya está bien, hombre! ¿A que le parto la cara?
Señor X: ¿Lo ve como es un ateo? ¡no cree usted en nada de nada! ¡Marxista! ¡Nihilista! ¡Taxista!
Señor Walter: ¿Pero a qué vienen ahora los taxistas?
Señor X: Ah, que también está usted en contra de los profesionales del transporte... lo que yo le diga... ¡sindiós! ¡ateo! ¡excomunión!


Se cuenta que cuando la señora Morningglory llamó al ascensor en la planta 24 y el 'tlint' que anunciaba la llegada del ascensor precedió a la apertura de la puerta del mismo, ya intuía que iba a presenciar algo aterrador.

También se dice que hasta los más aguerridos policías tuvieron náuseas al tratar de separar los cadáveres del Señor X y el Señor Walter, que yacían en un amasijo de carne en el suelo del elevador.

Y, según las estadísticas, esta es solo una de las miles de muertes que se producen al año por culpa de Dios y el tiempo, temas harto peligrosos para hablar de ellos en público.
El Consorcio de Ascensoristas de Minnesota, de hecho, ha mandado por real decreto poner una placa en los ascensores que rece:
'CARGA MÁXIMA 850 KILOS. Los menores no deberán usar el elevador sin la compañía de un adulto. Si tiene la tentación de hablar del tiempo, muérdase la lengua y bájese en el siguiente piso".

Diógenes dijo...

Yo siempre lo he dicho. El tiempo es una cosa muy seria.