viernes, octubre 31, 2008

Warnings




Woody Allen:

Ayer creí ver a Woody Allen. De hecho, si el tipo que divisé hubiera llevado un clarinete bajo el brazo hubiera jurado que era el mismísimo cineasta neoyorquino en persona. Si algo me hizo sospechar de la identidad de mi "Woody Allen" aparte de la falta de su característico instrumento de jazz era el contexto en el que lo hallé. No sólo me refiero al hecho que se encontrara en una pequeña ciudad tan alejada de la "Gran Manzana", sino más bien al obsesivo modo con el que depositaba monedas de manera compulsiva en el interior de una vetusta máquina tragaperras.


No alce la voz:

Creo que de todos los animales que habitan este planeta, el alce es mi especie favorita. Resultan ser unos seres verdaderamente educados y agradables. De hecho, no recuerdo haber discutido jamás con uno de ellos.


Ombudsman:

El día que juré ante las Cortes Generales mi cargo oficial de Defensor del Pueblo, sinceramente pensé que se trataba de otra cosa. Mi mente se evadía en aquel momento imaginándome saltando sobre los rascacielos y edificios de la ciudad, trepando por las paredes, siendo azote de criminales y bandidos y luciendo un bonito uniforme con una enorme letra "D" en el pecho. Lejos de todo eso, ahora me encuentro atrapado en mi despacho entre montañas de sosa burocracia.

martes, octubre 21, 2008

El tío Frank

Hay un tipo que viene a mi casa todos los meses a cobrar un recibo. El tipo se parece a Frank Vincent. Frank Vincent es un actor, conocido sobre todo por sus interpretaciones de personajes de la mafia. Fue entre otros Salvy Batts en "Toro Salvaje", Billy Batts en "Uno de los nuestros", Frank Marino en "Casino" y recientemente Phil Leotardo en "Los Soprano".
A mi cerebro le cuesta separar el personaje del actor, de manera que después de haberle visto en la gran pantalla realizando tantos actos crueles, uno no deja de sentir cierta intranquilidad.
¿Sabrá este sujeto a quién se parece? Si lo sabe, ¿lo sabía antes de presentarse a la entrevista de trabajo para el puesto o se dió cuenta después aprovechándose del respeto que infunde su rostro?
¿Lo contratarón por eso precisamente? Sabían que se parecía al tío Frank y pensaron "este es el hombre". ¿Por qué servicio le estoy pagando realmente? , ¿me estará dando "protección"?
¿Es posible que en vez de simplemente parecerse sea realmente el señor Vincent en persona?. En este último caso, si fuera así ¿mejor pagarle no?.

lunes, octubre 06, 2008

Lejos de Tombuctú

Existe una etapa clave en la vida de las personas en la que uno siente la inaplazable necesidad de ver coches aplastados. Bien, yo un día me levanté de la cama y percibí rápidamente que me encontraba de lleno en esa fase.
Acudí a un show genuinamente norteamericano en el que maltratan coches sin que haya ninguna sociedad protectora que proteste. Porque lo que le hacen a esos autos doy fe que se le puede tildar de vejación. Al finalizar el espectáculo, me invadió un sentimiento extraño. Tenía el lagrimal humedecido sin saber muy bien porqué. Sólo percibía una peculiar sensación de nostalgia en la que repetía para mis adentros "no sé que me pasa". Me di cuenta que echaba de menos la lejana Wisconsin. Esto sí que era más extraño aún, porque nunca había estado en Wisconsin. Ni siquiera había estado cerca de ella.
Entonces me acordé de algo que ocurrió hace algún tiempo y que me ayudó a comprenderlo. Sucedió durante los años 90, en los cuales conocí a un tipo con el que sostuve una conversación en la que me afirmaba que él añoraba enormemente los bosques de Canadá. El sujeto nunca había estado en Canadá, pero aseguraba que cada vez que veía un alce se le escapaba una lágrima. De hecho, jamás había visto tampoco un alce en su vida, tan sólo por televisión en los documentales sobre fauna a los que era tan aficionado. Había pensado más de una vez acudir al zoológico a ver si tenían alguno pero no se atrevía porque estaba convencido que si alguna vez veía a uno en persona no aguantaría sin derrumbarse emocionalmente. Tendría entonces que dar explicaciones cuando le preguntaran "qué le ocurría" y que cuando contara la verdad lo ingresarían sin duda en un psiquiátrico por echar de menos un país en el que jamás había puesto un pie. Así que prefería no exponerse al peligro, según me contaba.
A aquel fulano le perdí la pista poco tiempo después, pero ahora que lo he recordado me gustaría imaginarlo paseando por los bosques de Canadá alimentando a su cornamentada fauna a base de hojas de sauce y visitando una vez al año a mis añorados familiares de Wisconsin.