jueves, agosto 31, 2006

De pelo en pecho


Michael J. Fox es mucho más que una persona o un actor; constituye una época, un símbolo, un modo de vida, una franja horaria.
Como actor, tuvo su oportunidad en la sitcom Enredos de familia, a principios de los años 80, lo cual le procuró hacerse un pequeño hueco en la pantalla y protagonizar así unos cuantos inolvidables filmes durante esta década sobre todo.
Entre las películas que protagonizó, quizá las más reconocidas son las que componen la exitosa saga de Regreso al futuro, dirigidas por Robert Zemeckis, pero sus verdaderos fans llegamos mucho más allá. Así, obras como Conserje a su medida o Doc Hollywood, son hoy consideradas como filmes de culto, capaces de interrumpir sin atisbo de duda, el merecido descanso de un ser humano a eso de las cuatro de la tarde de un sábado, junto con otros legendarios títulos de la sobremesa como pueden ser Entre el amor y el juego o Tin cup, del ínclito Kevin Costner.
Pero si hay un título que suponga un antes y un después en la filmografía de J. Fox, si hay un punto álgido en su trabajo como actor, éste es sin duda la fabulosa Teen Wolf, de 1.985, llamada en nuestro país De pelo en pecho.
En Teen Wolf todo es perfecto; comenzando por el reparto (magnífico James Hampton en el papel de padre de Michael J.) y siguiendo por el guión, sólido y entretenidísimo, basado en el binomio licantropía-deporte.
Aparte de gozar de gran éxito en su momento (tuvo hasta una desafortunada secuela ya sin J.Fox), Teen Wolf sentó las bases para las posteriores películas de hombres lobo y ejerció una gran influencia sobre toda una generación, que va mucho más allá de lo que la gente piensa.
Y es que la sombra de su influencia es alargada. Tan alargada que hasta llegó al carnaval de Cádiz. Y es que un año más tarde de su estreno, el poeta y comparsista Enrique Villegas, (gran fan de Michael J. al parecer) decidió homenajear dicho filme con su conocida agrupación Los hombres lobo, al igual que ya hiciera años antes con el aclamado Charlot.
En la comparsa Los hombres lobo, todo rezuma a Teen Wolf, como se puede observar claramente en aquel ya mítico pasodoble Al influjo de la luna.
Dicho pasodoble constituye un claro guiño a la legendaria escena de la película, en que Michael J. Fox (Scott en la película), contempla su transformación observando su reflejo en el cristal de su cuarto de baño. Así, que cuando la comparsa de Villegas dice Al influjo de la luna, siento que mi cuerpo se va transformando..., vemos como se refiere claramente a la luna del espejo, y no a la luna satélite, ya que a diferencias de otros hombres-lobo, éste que nos ocupa, tiene su origen en la genética y no en el astro.

Al influjo de la luna
siento que mi cuerpo se va transformando
una mirada a mis uñas
es lo suficiente para comprobarlo.
La vida se me hace un sueño
y en ese momento rompo con lo humano
lucho por seguir de dueño
y me convierto en esclavo.
No controlo mis buenos deseos
y cuando soy lobo me siento feroz
y aunque lucho por mis sentimientos
la fiera me puede y olvido el amor.
Tu que eres humano tan solo
deja el lobo que hay dentro de mi
ten en cuenta que ninguna fiera
por grande que fuera podría conseguir
destruir con sus garras la tierra
como el ser humano quiere destruir.


Ver trailer:
http://www.youtube.com/watch?v=4fENrXIwJpg

viernes, agosto 25, 2006

Cocina-equilibrista (desenlace)

La fama le trajo a John Dexter Sullivan lo que ésta suele traer. Así, al margen de sus negocios, la vida del sr. Sullivan comenzó a cocinarse con nuevos ingredientes tales como una vida casera, amigos honestos, mujeres desinteresadas, hijos reconocidos, etc. Pero la fama, también trae la envidia, y la envidia crea enemigos. Y al sr. Sullivan se creó un poderoso enemigo.
El dr. Vornoff, también conocido como el científico-ventrílocuo era un importante magnate que se había enriquecido gracias al negocio del calzado con cordones, logrando desplazar a la firma rival Fish & Shoes del mercado tras la crisis de los mocasines, haciéndose por tanto su empresa What Shoe? con el monopolio zapatero. El éxito en la industria del calzado, le sobrevino totalmente de improvisto, pues el negocio era tan sólo una tapadera que ocultaba su verdadero plan, que -como no podía ser de otra manera-, era dominar el mundo.
En su carrera por dominar el mundo, el dr. Vornoff vió en Sullivan un peligroso enemigo, ya que creía firmemente que éste se proponía dominar el mundo al igual que él, y que aquello de la cocina-equilibrista, no podía ser sino otra tapadera.
Poco a poco, John Dexter Sullivan comenzó a verse acorralado, por hechos que él no alcanzaba a comprender. Estaba siendo sometido a una persecución constante y no entendía el por qué. Y aún menos imaginaba, que detrás de todos esos actos, se encontraba la siniestra figura del dr. Vornoff.
En primer lugar, John tuvo que enfrentarse a una inesperada huelga de sus camareros funambulistas, lo que le produjo un enorme contratiempo, tuviendo que aceptar finalmente cada una de sus reivindicaciones. Semanas más tarde comenzaron a acosarle con constantes inspecciones de seguridad, analizando cada mínimo detalle, de manera que le llovieron miles de multas, por no contar sus locales con los requeridos arneses de seguridad para su personal empleado. Nunca habóa oído hablar de algo tan terrible como era aquello del riesgo laboral. Y es que John no concebía el funambulismo con arneses, lo cual le desproveía de todo romanticismo. Por último, una campaña de desprestigio contra todo lo relacionado con el circo, le hizo tremendo daño, y su negocio se resintió tremendamente.
John, totalmente abatido, vió como su negocio se fue desplomando cual castillo de naipes, de manera que poco a poco se fue desvinculando de todo aquel mundo que había creado con sus propias manos, y fue legando sus propiedades a distintas manos de confianza, hasta retirarse definitivamente. Mientras tanto, el dr. Vornoff, soltaba en su laboratorio, la más diabólica y desapacible de las carcajadas imaginables.
Los últimos años de su vida, envejecido y distante, John, retirado de todo acto público, vivió tranquilamente en una pequeña casa sostenida por una rosquilla rectangular, donde dedicó sus últimos años a traducir al esperanto la obra del extraño poeta Alexander Funungus.
El primer día de octubre de 1.999, falleció John Dexter Sullivan y sólo hubo un testigo. Fue su amigo y biógrafo particular, el sr. Sennoma, quien tuvo el honor de escuchar sus última palabras.
Según cuenta el Sr. Sennoma en su libro El equilibrismo como ideología, John Dexter Sullivan, antes de fallecer le transmitió una enigmática frase, que se convirtió en su Rosebud particular.
Investigadores de todo tipo, llevan trabajando todo este tiempo en esa frase, último legado del sr. Sullivan, sin resultados convincentes.
Aquel día de octubre de 1.999, según el sr. Sennoma lo que John Dexter Sullivan dijo fue: Lo correcto no es lo real. Y cerró los ojos, para no volver a despertar.

viernes, agosto 18, 2006

Cocina-equilibrista (2ª parte)

A raíz de su gran descubrimiento, John Dexter Sullivan puso todo su empeño en perfeccionar su técnica hasta el límite de lo imaginable y lo equilibrista, y una vez preparado para ello, decidió exponer al mundo su obra de arte, porque la cocina de John, no era menos arte que El Pensador de Rodin o La muerte tenía un precio, de Sergio Leone.
El éxito fue absoluto, desbordante. Sin más publicidad que el boca a boca de los parroquianos, su humilde restaurante y por extensión su persona, fueron subiendo como la espuma en cuanto a fama, de manera que a los pocos meses sus platos eran inmensamente conocidos en todo el mundo:
tartufo de pan de higo elevado sobre hilo de cabello de ángel, sinalefa de gazpacho sobre bastón de coco caramelizado, bordón de cáscara de almeja sobre metáfora de huevo dinámicamente hilado, vertical de tiramisú sobre suprema de piriñaca elevada sobre espiral abovedada de mero... .
Cada plato constituía por tanto, un reto a las leyes de la física, a la gravedad, a Newton, a la manzana, al árbol, a la naturaleza.. . Nunca se supo cual era el secreto.
La rápida celebridad de la que gozó el restaurante de John, le permitió hacer reformas sobre su local, con el paso del tiempo aún más reformas, luego sucursales, sucursales de éstas sucursales,
tiendas de merchandising, sucursales de tiendas de merchansing; era un aumento sin límite. En pocos años, el mundo estaba lleno de restaurantes de John Dexter Sullivan. El equilibrismo estaba de moda, y prueba de ello fue la superproducción hollywoodense estrenada en 1.976 con el título de El equilibrismo funambulista del Sr. Sullivan, que trataba con cierta ficción la vida de John, y finalizaba con muchas banderas barriestrelladas una encima de otra, en perfecta armonía malabarista. El fenómeno parecía irreversible.
Los restaurantes de John, constituían en sí mismos un homenaje a la actividad funambulista. Los camareros atendían a las mesas desplazándose sobre un delgado alambre y la propia estructura de cada establecimiento se apoyaba sobre una pequeña tira de papel tornasol.
El Sr. Sullivan, quien gozaba a cada instante de mayores honores, pronto alcanzó mayor estatus que la mayoría de jefes de estado y era un habitual en todo acto de relevancia, siendo el culmen de todo esto, el asiento permanente que le fue concedido en la sede de las Naciones Unidas el 2 de Mayo de 1.982... (continuará)

jueves, agosto 10, 2006

Cocina-equilibrista (1ª Parte)

La vida de John Dexter Sullivan, a pesar de estar marcada por el descubrimiento de la cocina-equilibrista (también llamada cocina-funambulista), es la historia de un luchador.
Su lucha comenzaría a la tierna edad de los quince años cuando empezó como aprendiz en una fábrica de calzadores para zapatos, la prestigiosa firma Fish & Shoes, en la que se llevaría trabajando diez años, ascenciendo progresivamente hasta alcanzar el puesto de maestro fabricante de calzadores. A pesar de su rápida escalada en el negocio, no le quedó otro remedio que cambiar de ocupación cuando sobrevino sorpresivamente la llamada crisis de los mocasines, producida a raíz del auge de los zapatos con cordones, que hicieron que los calzadores pasaran a un segundo plano.
John, incansable trabajador, y notablemente decepcionado por su final en el negocio de los calzadores, decidió que debía dedicarse a la actividad más opuesta a su anterior trabajo, así que con los ahorros de sus diez años dedicados al mundo de los utensilios para zapatos, abrió una peluquería unisex en pleno centro de Manhattan.
No se puede decir que no tuviera éxito en su nueva empresa, a pesar de su escasos conocimientos acerca del peinado y corte de pelo, de manera que el sr. Dexter vivió una época dorada en su comercio hasta que nuevamente le cogió de improviso un nuevo revés, ésta vez producido por la conocida como crisis de los sombreros de 1.963, que hizo que la mayoría de los cuidadanos optarán por alargar la perodicidad de sus cortes de pelo y lucir así sus extensos cabellos, en lugar de llevarlos cortos y ocultos bajo el ala de un gorro, en cualquiera de sus múltiples moladidades.
Así que de nuevo, el devenir hizo que nuevamente, el emprendedor John Dexter Sullivan tuviera que empezar de cero. De nuevo, elegió como camino lo más opuesto a su anterior empresa, de manera que partió hacia Bolivia, donde se instaló en la ciudad de Potosí, lugar en el cual a los diez días inauguraría su flamante circo de libélulas.
EL circo de libélulas gozó rápidamente de una gran fama, agolpándose el pueblo en largas colas que duraban todo el día, lo que permitió a John sufragar los enormes gastos que suponía mantener a sus libélulas domesticadas, pues a parte de su alimentación normal, había que suministrarle unas infusiones a base de hoja de coca para evitar el mal de altura. Era tanta la afluencia de público, que incluso a pesar de estos gastos, John se sacaba un buen sueldo para él.
Pero por tercera vez en su vida profesional, los caprichos empresariales se cruzaron en su camino. Ésta vez no se trató de ninguna crisis, sino que una mañana de Octubre de 1.970, irrumpió en la ciudad un extraño viajero con un circo de coleópteros sorprendentemente amaestrados que bailaban el charlestón, llevándose todos los turistas y visitantes de Potosí a contemplar su espectáculo. John, simplemente, no pudo competir con él.
Cansado, decepcionado, y sin ánimo para nuevos proyectos, John Dexter Sullivan optó por refugiarse en un pequeño rincón situado al sur del sur de España. Y se fue para Cádiz. En pocas semanas, fiel a su espíritu de incansable emprendedor, abrió un pequeño restaurante en pleno barrio de la Viña, aunque sin más propósito que distraerse y ver pasar los días. Había abandonado toda esperanza y ambición de trinfar. Poco a poco se fue empapando de la cultura culinaria de la ciudad, aprendiendo a preparar los platos típicos del lugar, sobre todo los de carácter más tradicional, que poco a poco estaban cayendo en el olvido de la población: poléas, panizas, sus buenos potajes... .
Y así fue como por accidente, igual que le ocurriera a Newton con la gravedad, otra mañana, pero de Febrero, tuvo lugar su gran descubrimiento. Se encontraba John preparando unas típicas lentejas con babetas mientras sonaba en la radio Robert Johnson cantando aquello de Woke up this morning with the blues all in my bed. Fue en ese momento, cuando John vertió el potaje de lentejas sobre el plato y vió que éste se mantenía suspendido en el aire. Aún frotándose los ojos, incapaz de encontrar explicación a tan espléndido fenómeno, contempló durante largo rato el plato hasta que por fin dió con la solución. El plato se mantenía apoyado sobre una babeta poco hecha que se encontraba en una perfecta posición vertical. Y así nació la cocina-equilibrista, que habría de cambiar la vida de John Dexter Sullivan de manera definitiva, y así germinó también su primer y quizás más famoso plato, que años después sería conocido con el nombre de lentejas sobre babeta poco hecha... (Continuará)

viernes, agosto 04, 2006

El Sopero Nazi



http://www.youtube.com/watch?v=AyPPjR6hfNk


El personaje del Nazi de la Sopa está basado en un personaje real, el Chef Al Yeganeh, quien maneja el Soup Kitchen Internacional en el West New York. El establecimiento especializado en sopas abre sólo por temporadas. En verano, sus clientes son recibidos por un cartel que indica que el propietario viajó a Argentina por el invierno. A Yeganeh nunca le gustó el rótulo de “Nazi de la Sopa”, por razones obvias, pero es tan soberbio que su nueva fama televisiva no le hace ninguna gracia: dice que ya está suficientemente ocupado en su negocio y no necesita la publicidad extra. Al igual que en la serie, también tiene un procedimiento para ordenar que no debe ser alterado, según él para garantizar la rapidez del servicio. Su notoriedad como “incomparable sopero” parece que sólo es superada por el rudo trato que le da a sus clientes.
Larry Thomas, quien lo personificó en el famoso capítulo de la Seinfeld fue nominado a un premio Emmy por su actuación. Asimismo fueron nominados el escritor y el director. El Nazi de la Sopa hace una aparición especial en el capítulo final de la serie.

miércoles, agosto 02, 2006