Durante la tradicional partida de bridge - la cual se disputó según las reglas modernas del juego, ignorando gravemente la norma del marqués de Lansbury- los temas de conversación no fueron ni de lejos los más acertados. En lugar de tratar cuestiones sumamente importantes en lo que concierne a la vida del Imperio, como la meteorología, el estado de nuestros hurones o la cuestión sucesoria respecto a la herencia de los Kent, algunos de los participantes insistieron asombrosamente en introducir materias tan poco adecuadas como la política internacional o los últimos resultados de la liga de cesta-punta.
Lo único realmente salvable fue el emotivo discurso sobre nuestra Reina pronunciado por el Comodoro O'Mailey, de quien se había dejado caer en las horas previas que finalmente no aparecería con motivo de las aflicciones que puntualmente le acechan con el advenimiento de la estación primaveral. Sus palabras fueron las siguientes:
The first time I met the Queen was in 1981, during a reception at
Suddenly, the Queen appeared just in front of us. She came up and said “I know guys, what you are laughing at; you are joking about the countess’s hairstyle, and not my hat, aren’t you?”
I was surprised. I had heard a lot of stories about Queen’s lack of humour, so that was shocking.
But these lines are not about humour or funny hats. No Sir. They are about respect. Because like most of English citizens, I respect our Queen above all the things. She is the person who takes care of us, and she is the light that guides us. In gambling terms, when I have to bet, the Queen is my best horse (but I don’t mean to say that the Queen is a horse, for God's sake). I just want to say: GSTQ.